El Estudio “Todos somos todos”, realizado por el Instituto Universitario de Integración en la Comunidad (INICO), de la Universidad de Salamanca, analiza la situación de las personas con mayores necesidades de apoyo, y aquí incluimos a aquellas que, debido a su grado de discapacidad, necesitan de otra persona para realizar funciones básicas de la vida, como comer, asearse, desplazarse o comunicarse.
Este Estudio se basa en el análisis de los únicos datos públicos que existen: las encuestas sobre discapacidad realizadas por el INE en 1999 y 2008, así como la Base Estatal de Datos de Personas con Discapacidad del IMSERSO (BEPD). Según estos datos, en 2008, el total de personas con discapacidad intelectual profunda o severa (denominado así por las citadas estadísticas) ascendía a 63.610, alcanzando un nivel de prevalencia sobre el tal de la población del 0,16%.
Pese a ser un pequeño grupo respecto de la población general, las personas con discapacidad intelectual con mayores necesidades de apoyo precisan de un amplio abanico de recursos tanto económicos como humanos.
Situación de exclusión
Uno de los aspectos más destacados que se desprende del estudio es la situación de exclusión de estas personas, a las que se les priva de sus derechos: la falta de acceso a la educación (apenas el 6% dispone de estudios primarios completos) o al empleo (el 96% se encuentra inactivo). También que estas personas participan en menor número de actividades y de forma más pasiva.
En cuanto a sus relaciones sociales, el 60% de las personas con discapacidad intelectual y grandes necesidades de apoyo tiene pocas o ninguna oportunidad para hacer nuevas amistades.
Los tipos de ayudas recibidas por estas personas se centra en atención residencial (32,4%), Servicios de Centro de Día (28,2%) y prestaciones económicas para el cuidado del entorno familiar (27,7%).
Es significativo que el 49,5% de las personas con discapacidad intelectual con grandes necesidades de apoyo presentan un estado de salud malo o muy malo, frente al 34,7 de aquellos con discapacidad intelectual moderada.
Atendiendo a los datos del BEPD y el SAAD, se observa que las alteraciones de la conducta están presentes en gran parte del colectivo con discapacidad intelectual.
Cuidados personales de las familias
El 98,6% precisan de cuidados personales, siendo estos proporcionados por la familia en el 95% de los casos y los consideran insuficientes en uno de cada tres casos (34%). Reciben un promedio de 111 horas semanales de cuidados personales, frente a las 71 horas que recibe las personas con discapacidad intelectual moderada o leve.
Las personas que ofrecen estos cuidados, en su mayoría familiares, han visto deteriorada su salud y calidad de vida debido a este motivo: un 54,7%, frente al 31,6% de aquellas personas que cuidan a personas con discapacidad moderada y un 28,4 los de leve.
Prioridad en la agenda social del Gobierno
De acuerdo con todo lo señalado, y para evitar esta preocupante situación de exclusión social, la atención de las necesidades de las personas con discapacidad intelectual con grandes necesidades de apoyo debe constituir una prioridad en la agenda social del gobierno y se deben homogeneizar el proceso de valoración de la dependencia y prestaciones en cada comunidad autónoma.
Plena inclusión tiene un firme Posicionamiento sobre las Personas con Grandes Necesidades de Apoyo, que exige unos mínimos irrenunciables, para que puedan vivir conforme a un proyecto vital elegido y que puedan disponer de los recursos necesarios para desarrollar su proyecto de vida, evitando situaciones de pobreza y exclusión social.